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Cualquier funcionario municipal que se consulte dirá rápidamente que las lluvias fueron "extraordinarias", que llovió en unas pocas horas lo que llovía históricamente en todo el mes y que ninguna ciudad está preparada para este tipo de eventos climáticos. Pero más allá de la explicación oficial, la realidad muestra que el temporal se llevó una decena de vehículos a la rastra, afectó al menos 60 viviendas, dejó a todo un barrio bajo agua y partió la ciudad a la mitad impidiendo pasar de un lado a otro.

Cuando las defensas no alcanzan


Las ciudades ribereñas están acostumbradas a lidiar con el agua. Esa que todo se lleva y todo arruina a su paso.

Durante décadas la comunidad uruguayense luchó para que se construyera una Defensa contra las Inundaciones en el sur de la ciudad, que cada año dejaba a centenares de familias con sus casas arruinadas por la creciente. En 2006 lograron que se terminara la obra.

Luego de eso se intensificó el reclamo y la lucha para cerrar el paso al río por el norte, donde todo el Barrio Cantera 25 quedaba (y queda) bajo agua cada vez que el río Uruguay supera la barrera de los 5.30 metros. Y a finales de 2016 finalmente se firmó el compromiso Nación-Provincia para financiar esta obra que, parecía, iba a terminar para siempre con las evacuaciones.

Sin embargo, el temporal y las lluvias de este martes 04 de enero mostraron otro costado que no frena ninguna defensa, porque el agua llega del cielo. Autos arrastrados por el agua, calles inundadas, casas convertidas en piletas por el ingreso de agua desde la calle y por las cañería cloacales, y una suerte de avenida olímpica que partió la ciudad a la mitad fueron postales que en estas horas recorren los medios de toda la provincia y el país.

¿Qué pasó?


El desborde se produjo por varias razones (además de la más obvia que es la cantidad de lluvia caída en pocas horas): en primer término, la fisonomía de la ciudad hace que prácticamente toda el agua de lluvia que se precipita se acumule en la denominada cuenca de Las Ánimas, un arroyo que atraviesa la ciudad de norte a sur.

Dado que el arroyo fue entubado en varios tramos desde el norte hasta calle Suipacha, el agua no tiene dónde ir a parar. El primer dato del que hay que tomar nota: los desagües pluviales son insuficientes.

A su vez, toda la zona entubada prácticamente no tiene tareas de mantenimiento. Algunos profesionales advierten que incluso se pudo construir de mejor manera dado que la altura del entubado no permite que ingresen máquinas para retirar la basura que se acumula a lo largo de todo el recorrido. Y los vecinos señalan que "ahí abajo del asfalto hay desde autos desarmados, tachos de aceite, hasta ramas de árboles y toneladas de basura" que nadie retira regularmente. Ojalá expliquen en estas horas cuáles han sido las tareas de mantenimiento y, sobre todo, cuál es el plan para mantener libre ese tubo que debe transportar toda el agua de lluvia aguas abajo hasta la Defensa Sur.

Y, en tercer término, el impacto que tiene la falta de planificación e infraestructura básica que hace que los desagües cloacales de muchos vecinos que viven a la vera del entubado del arroyo de las Ánimas terminen obstruyendo ese paso tan necesario para que escurra el agua de lluvia.

Escapa a los conocimientos de este cronista los vaivenes de las soluciones hídricas, pero el sentido común indica que, mientras tanto, hay que tomar dos medidas básicas: a) Desconectar las canaletas pluviales hogareñas de la cloaca; b) Limpiar regularmente los desagües pluviales.

Ninguna de las dos cosas se ha hecho en los últimos años y las consecuencias están a la vista.

Si a esto le agregamos el fanatismo de asfaltar alocadamente calles sin prever los efectos secundarios (el agua corre sin rumbo en vez de ser absorbida por la tierra) ni el incremento del sistema de desagües pluviales, no es descabellado prever que el escenario de este martes se repita.

Tomar nota


Frente a estos hechos que tuvieron en vilo a Concepción del Uruguay, el argumento de la intensidad de las lluvias es la mitad de la verdad.
Hay que decirle a esos mismos funcionarios que es la sexta vez en los últimos 18 meses que dicen lo mismo. ¿No será tiempo de tomar nota que el cambio climático llegó para quedarse, que lo que llaman "eventos extraordinarios" se van a volver ordinarios, regulares, constantes?
¿No será momento de dejar de atribuir la culpa a la lluvia y preparar la infraestructura de la ciudad para estos cambios en el clima que son cada vez más frecuentes?
Fuente: concepcion.elentrerios.com

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